Mientras que la reina de la
corona de la franquicia mutante pasaba a ser ‘New X-Men’, gracias a la
promoción que recibió la serie con la llegada de Grant Morrison y Frank
Quitely, ‘Uncanny X-Men’ quedó relegada a un segundo plano e incluso a un
tercer plano teniendo en cuenta el lanzamiento oficial de la ansiada y temida
serie hermana, ‘X-Treme X-Men’ se convertía en el nicho que tendrían los más
clasicistas para rememorar viejas historias a la par que nuevas con un
Claremont a toda mecha y un esplendoroso Salvador Larroca.
Joe Casey fue el elegido para
coger el relevo de Lobdell y Claremont en ‘Uncanny X-Men’ y en contra todo
pronóstico, su etapa aunque corta guarda un montón de ideas innovadoras y
conceptos que a posteriori utilizaron otros guionistas, demostrando que podía
haber hecho mucho más de lo que al final hizo al frente de la serie más clásica
de la franquicia.
El grupo de Casey operaba como un
operativo externo a la Mansión y exento de dar clases al nuevo alumnado que
plagaba las páginas del Sr. Morrison. Es por ello por lo que en los primeros
números vemos al grupo compuesto por Rondador Nocturno, Arcángel, Hombre de
Hielo y Lobezno viajar a Londres dónde nos presenta la amenaza de Don Limpio,
un asesino que recrea la masacre Morlock en los túneles de Londres, a órdenes
de una misteriosa facción episcopal ultra-católica. Y paralelamente tenemos el
regreso de Cámara, que andará liado con un reflejo de Britney Spears, todo una
delicia teniendo en cuenta cómo acaban las cosas entre ellos lo que permite la
incorporación del británico al equipo.
Tras una saga que dejó mucho que
desear, las comparaciones son odiosas pero en cinco números Morrison había
logrado recrear cómo nunca el universo de los mutantes, llegó una interesante
aportación al equipo, Stacy-X, al parecer el guionista creó polémica con la
historia de introducción de tal personaje ya que sus orígenes resultaban ser
los de una Mujer-X de las de verdad, es decir, una prostituta.
El número #400 de la colección estuvo marcado por la
¿resolución? De las tramas abiertas desde el primer arco de su etapa, dónde la
Iglesia de la Humanidad, se enfrentaría contra el equipo en un número bastante
olvidable y narrado con tonos muy oscuros y bastante confusos. La historia del
anual que nos presentaron ese año en formato apaisado volvía a recuperar a un
viejo clásico villano de la Patrulla-X, el Desvanecedor, e incluso antes que
Bendis con su H.C.M. o Morrison con su ‘COZ’, Casey aquí imbricó una trama
sobre drogas que incluía a miembros del cartel y viajes ilegales, además de
operaciones sucias.
Pero dónde de verdad demostró su
verdadero potencial fue con la saga de los ‘Cuerpos-X’, Banshee liderando una
milicia militar mutante en pleno corazón europeo no tenía precio. Podrían haber
explotado el concepto y así lo hizo posteriormente Morrison en su etapa, pero
en la saga de presentación, Casey casi se encarga de zanjar su propia idea ya
que una milicia militar de estas características siempre encontrará fracturas y
es lo que demuestra el autor con la inclusión de la sinuosa Mística o la
creación de una nueva hermana para Regan Wyngarde, que por cuestiones
editoriales dos autores parecían estar usando a la vez el mismo personaje por
lo que decidieron salvarse el culo creando a Martinique en el transcurso de la
propia saga. Saga dónde dejó a Banshee malherido y exiliado de lo que siempre
había sido la Patrulla-X, todo ello respetando la esencia dramática a tenor de
la reciente muerte de Moira.
Como epílogo a su etapa, Casey
cerró las tramas abiertas en el anual con todo el embrollo del Desvanecedor y
utilizó una faceta desconocida de Warren. Dieciséis números fueron lo que duró
la etapa al frente de ‘Uncanny X-Men’, poco más de un año en la colección dónde
demostró que pese a las críticas en comparación a otras colecciones, el Sr.
Casey salió airoso de su particular revolución mutante en pleno siglo XXI.
Con la salida de Casey, en el
#410 dio inicio un arco llamado ‘Esperanza’, dónde un primerizo Austen (amigo
abogado de Quesada) llegó a la colección con unos números que hacían prever una
buena lectura al recuperar parte del clasicismo del que hacía gala tener ‘X-Treme
X-Men’, recuperando al Juggernaut y presentando a Sammy Pare como sus
constantes en toda su etapa. ‘Esperanza’ recobró el buen sabor de boca añejo al
tener a Juggernaut, el Castillo de los Cassidy, un imprevisible homenaje a
Krakoa… Además de que el equipo contaría con nuevas incorporaciones femeninas
como ‘Monet’ (más que nada testimonial) y Paige Guthrie.
En los sucesivos números el autor
se encargó de hacer suya la colección, presentando a nuevos personajes como la
enfermera Annie y su hijo, que venían acompañados del regreso de Alex Summers,
herido y perdido en el limbo editorial hasta que el autor decidió rescatarlo
del olvido. Haciendo de la serie algo relevante teniendo en cuenta los
personajes, ya que Polaris también llegaría a la colección para quedarse,
recuperando el tono culebronesco que había olvidado Casey al incluir solo una
mujer en el equipo. Estrella del Norte también fue una divertida incorporación
que venía a ocupar el lugar de una mujer con aspecto de hombre, por aquello de
ser homosexual, según lo trata el propio guionista al tenerlo como un confesor
de Annie.
Tardaría en arrancar, pero la
etapa de Austen se desarrollaría de un arco a otro arrastrando argumentos y creando
situaciones que darían que hablar durante el momento en el que se publicaron. La
amenaza de los hombres lobo de Maximus Lobo, dónde Arcángel (quién había
recuperado su peil carnosa y no azul) descubría las propiedades curativas de su
sangre al frotar su desnudo pecho al de la angelical Paige… Con Sammy Pare, en
la escuela sin venir a cuento el guionista recuperó a Alpha Flight para
meterlos en peleas con la Patrulla-X resultando de lo más insulsos sus
enfrentamientos e incluso sin sentido teniendo en cuenta que ni el propio
guionista se aclaraba sobre qué quería la madre del propio personaje. ¿El bien
de su hijo? ¿Alpha Flight?
Uno de los momentos más
climáticos fue la fallida boda entre Polaris y Kaos, quién se decanta por una
enfermiza y calenturienta enfermera que no puede pasar sin pensar ni hablar en
el sexo a lo largo de TODA la etapa y remarcando siempre su miedo y rechazo a
los mutantes, pese a tener un hijo mutante y un amigo homosexual. En cualquier
caso el momento se presenta con una desatada Polaris, que intenta recordarnos a
una suerte de copia baratilla del Fénix Oscuro…
Con la llegada de ‘X-Men 2’ se
decidió darle un ¿origen definitivo? A Rondador Nocturno quienes todos sospechábamos
que su madre era Mística y todo parecía indicarlo, pero Austen se encarga de
certificarlo e incluso crearle un padre, ¡Azazel! Es así como por arte
editorial, Chuck se luce con una saga alargada hasta extasiar para presentar al
séquito de su padre demoníaco y dejar claro que cualquiera podría haber escrito
una historia más épica y con más carisma que la que el autor se atreve a
otorgarnos en estas páginas, desvirtuando por completo el origen y el verdadero
espirítu de Kurt Wagner.
Las tramas con el Juggernaut en
ocasiones tienden a tornarse anodinas y aburridas y no ayudó a que la llegada
de Salvador Larroca a ‘Uncanny X-Men’ viniese de la mano de una de las últimas
sugerencias de Bill Jemas al frente de la colección para recrear la historia de
‘Romeo y Julieta’ en el universo mutante. Dejando una saga bastante entretenida
y resultona, pero en su conjunto aburrida e intrascendental para la franquicia
mutante salvo por la incorporación de un nuevo Guthrie a los más jóvenes de la
Patrulla-X.
Con el final de la etapa de
Morrison, Austen se hizo con el control momentáneo de las dos colecciones
(escribiendo una suerte de epílogo de ‘New X-Men’), para remachar las últimas
piezas para el próximo relanzamiento mutante. Junto con Larroca a los lápices
el autor nos haría viajar a Genosha junto con los hijos de Magneto y Charles
Xavier lo que serviría para prólogo para ‘Excalibur’, la nueva serie de
Claremont quien volvería a contar con el apoyo editorial con el ‘RELOAD’.
Austen finalmente se quedaría con
‘X-Men’ que volvería a recuperar su título sin adjetivos, cediéndoselo a los más
jóvenes, por cuestiones editoriales (así lo demuestra su primer número) el
autor tuvo que despedirse de algunos de sus personajes fetiches como Arcángel,
Rondador Nocturno y tuvo que incorporar al equipo otros como Pícara o Gambito,
a los que su desarrollo fue marcado por fuego por considerarse hasta estúpido
que Gambito se quedase ciego de esa manera… Formas mejores se han visto para
dejar a alguien fuera de combate y no ayudaba que la evolución que nos había
planteado Claremont con Pícara en ‘X-Treme X-Men’ se la ventilaran en dos
números… La primera saga llevó al nuevo equipo a la China, dónde tuvieron la
suerte de reencontrarse con un viejo conocido, ¿XORN? Y así seguir uno de los
mandatos editoriales para recuperar el personaje de Xorn y vender más
figuritas, además de que el personaje gustó por su carisma… aquí el guionista
desarrolla una saga sin más que dejaba constancia de que su paso por la
colección iba a ser bastante corto.
Su clímax final llegó con la
resolución de la mayor parte de tramas que abrió al iniciar su etapa, acabando con
Sammy Pare, separando a Kaos de Annie quien se marcha con su hijo, Juggernaut
traicionando a la Patrulla-X para luego redimirse finalmente,… Se quedan fuera
de la historia Rondador Nocturno y Arcángel, pero el fin de fiesta le sienta
bien por crear una nueva Hermandad que caerá en el olvido. Comentar que en un
número se ventila al nuevo Xorn… quien abandona el grupo para meditar.
Una etapa bastante olvidable, en
la que ocurren cosas sí, pero que no supusieron el revulsivo que tendrían que
haber supuesto teniendo en cuenta lo que Morrison había organizado en la casa
del vecino o lo modesto que era el propio Claremont al crear sus tramas en ‘X-Treme
X-Men’ de la que hablaremos en nuestro próximo artículo para ir cerrando
etapas. En conjunto de Casey, y su heredero Austen, hay que darle un aprobado
en general pero sin olvidar los patinazos del Sr. Austen quién muchos a día de
hoy aún tiemblan con el nombre del amigo abogado de Quesada. Tuvo sus aciertos,
pero tendría que haberlos desarrollado de otro modo completamente distinto.
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