Hace ya cincuenta años que Magneto fue presentado en
sociedad en el primer número de los extraños y temidos X-Men. Fue en la época
de los sesenta dónde el villano aparecería cumpliendo todos los tópicos y
muchos más que cualquier malo de película de la época podía llegar a acometer,
convirtiéndose en el antagonista por antonomasia de la Patrulla-X y su líder el
Profesor Xavier.
No fue hasta la época dorada de Chris Claremont cuando el
autor empezó a indagar un poco más en lo que serían las motivaciones del
villano, descubriendo parte de su pasado en los campos de concentración nazi,
dotándolo de una nueva capa que haría que finalmente el personaje encontrara un
camino para la redención a través de una evolución que sufriría el personaje a
lo largo de los años.
Por designios editoriales a principio de los noventa el
personaje volvería a la senda del mal, justificado o no, Magneto nunca volvería
a ser aquel villano de los inicios cuyos ataques venían provocados por… ¿ser
simplemente el villano? Ahora nos encontrabámos con un villano cuyas
motivaciones venían de lejos y cualquier lector podía llegar a comprenderlo e
incluso a situarse de su parte.
Con la llegada del escocés Grant Morrison a los New X-Men,
el autor se atrevió a contarnos una última historia con Magneto que despertaría
más de una ampolla, teniendo en cuenta que se suponía al personaje muerto desde
el inicio de la etapa y hacia el final se descubriría que el personaje se había
infiltrado en las filas de la Patrulla-X y desde dentro había socavado al grupo
hasta sus últimas consecuencias.
Pero entonces llegó Bendis y requirió al personaje para su
crossover Dinastía M, fue por aquella época cuando Claremont volvió a recuperar
al personaje junto con Xavier quien
andaba por Genosha recuperándose del traumático ataque perpetrado por su
‘amigo’, para descubrir que no había sido tal y que Magneto siempre había estdo
en la isla desde el ataque por el que se le dio por muerto.
Tras el crossover protagonizado por el personaje dónde
finalmente sería uno de los afectados por la ‘diezma’, el personaje pasaría sin
pena ni gloria por las páginas de los Nuevos Vengadores dónde se cerraría su ‘historia’.
No sería hasta la etapa de Brubaker cuando el guionista
decidió recuperar al personaje de un modo mesiánico y con el que parecía que
iba a construir un argumento a largo plazo que quedó en nada, ya que Matt
Fraction se incorporaría a la colección y recuperaría al personaje tiempo
después con renovados poderes para que se postrara ante los pies de Scott
Summers y lo coronara como líder de los mutantes, cediéndole todos los honores.
El regreso de Magneto a las filas de la Patrulla-X creó un
clima de desconfianza, que al contrario que en otras ocasiones, fue limándose
poco a poco hasta convertirse en uno de los pilares fundamentales de Cíclope y
su forma de tomar decisiones.
Sería Gillen quien aprovechó al 100% la inclusión del
personaje y posteriormente sería Bendis quien explotara en todas sus
consecuencias los últimos eventos vividos por el personaje en los últimos años
en su Imposible Patrulla-X, dónde el personaje adoptaría un nuevo croma para su
traje e incluso se raparía la cabeza a modo de homenaje a su viejo amigo
Xavier.
Gracias a la reinterpretación que nos ofrecieron Matthew
Vaughn y Bryan Singer en X-Men: Primera Generación del personaje, dónde lo convirtieron
en un cazador nazi en busca de venganza, el personaje volvió a cobrar un nuevo
interés añadido al convertirse en el ‘Lobezno’ del reboot cinematográfico con
el que ganó adeptos.
Estos adeptos son los que probablemente hayan decidido
probar suerte con una serie regular del personaje aprovechando que el personaje
volverá a brillar con luz propia en X-Men: Días del Futuro Pasado gracias a la
encarnación de Michael Fassbender.
Bendis de esta manera se encarga de ofrecer un primer
vistazo a lo que le depara al personaje en un futuro no muy lejano y dónde
tendrá que volver a reescribirse a sí mismo ante una nueva era, el Siglo XXI.
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